Terrorismo: Seguimos llorando por las víctimas

Terrorismo: Seguimos llorando por las víctimas

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Por: Mario Vásquez Cohello

Naciones Unidas recuerda el 21 de agosto como el Día Internacional de Conmemoración y Homenaje a las Víctimas del Terrorismo. Y nuestro país, como muchos en el mundo, no es ajeno a esta situación que nos debe llevar a la reflexión y a la solidaridad con las víctimas, en lugar del insulto o la agresión.

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española admite hasta tres definiciones cuando hace referencia a la palabra terrorismo y que cito textualmente: “Dominación por el terror, sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror y actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos”.

Por lo mismo, la palabra terrorismo no es una palabra ajena a los peruanos, sobre todo para los que vivieron en las dos últimas décadas del siglo XX y los primeros años del siglo XXI. El accionar demencial de Sendero Luminoso o del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru han dejado pérdidas inconmensurables en lo material y en lo humano.
Según las conclusiones emitidas por la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), la cifra de pérdidas humanas alcanza a los 69,280 peruanos, de todo tipo y condición social.

Las secuelas de la violencia subversiva se evidencian, hasta el día de hoy, en la salud física y emocional que todavía padecen las víctimas de la vesania terrorista. Hasta la fecha, muchos de nuestros compatriotas no han hallado los cuerpos de sus familiares desaparecidos ya sea por asesinato, secuestro o desaparición forzada.

Por ejemplo, Angélica Remigia Mendoza Ascarza, mujer ayacuchana conocida como “Mamá Angélica” falleció en 2017 a los 88 años, después de pasar 34 años de su vida, buscando el cuerpo de su hijo Arquímedes de 19 años, que le fue arrebatado la noche del 2 de julio de 1983 por un comando militar. Ella, junto a otras personas conformaron la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú (ANFASEP), y aunque la incasable búsqueda de estas mujeres y hombres continua, Mamá Angélica se convirtió en un ícono de la lucha por hallar a su hijo, al que jamás pudo encontrar.

Así como Mamá Angélica, hay miles de compatriotas, víctimas del terrorismo, que aún tienen secuelas, heridas del cuerpo y del alma; y al recordar lo acaecido, se estremecen, lloran o simplemente hacen un paréntesis, por años, para olvidar lo que no es sencillo de olvidar.

No obstante, y a pesar de todo lo vivido, hay un significativo número de peruanos que usan la palabra terrorismo con una soltura y frialdad que sobrecoge, sin reparar, a veces, en la implicancia del término, pues se ha hecho recurrente “terruquear” a todo aquel que no coincide contigo en ideas políticas, o para denostar a quien comulgue con ideas de izquierda, aun cuando nada te relacione con el terrorismo.

Todo ello no hace más que evidenciar una ignorancia colosal, a la vez nos refiere a una indolencia e insensibilidad por el otro, una falta de empatía y quizás hasta una falta de compasión, por aquellos que sufrieron los vejámenes del terror.

Angélica Remigia Mendoza Ascarza, mujer ayacuchana conocida como “Mamá Angélica”.

Este articulista condena y deslinda con toda acción terrorista, pues nada justifica el uso de la violencia para lograr la hegemonía de una idea o un sistema, pero de la misma manera deslinda y condena la actitud de quienes por intolerancia o incapacidad argumentativa, usan la palabra terrorismo sin reparar en el sentido de su significado histórico y social.

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